Crónica 3: conociendo a la comunidad

A lo largo de mi practica en el barrio de Bella Flor he llegado a conocer no solo a algunos niños, sino también a adultos que nos apoyan con lo que hacemos en este contexto. Si bien con los que dirigen la parroquia como el Padre Paulo o la secretaria de la vicaria Diana no he podido interactuar mucho, con el catequista y padre de familia Orlando he recibido un apoyo constante y significativo a lo largo de toda la práctica: brindándonos las llaves de las instalaciones, el refrigerio, el agua, botiquín y demás cosas que necesitamos para nuestros espacios con los niños; es alguien que toca la guitarra, compone canciones, ve un gran futuro para los niños del barrio,  apoya a sus hijos universitarios y se le nota el cariño que le tiene su hija menor a él. Quizás en ultima instancia dependa de él si este proyecto de los clubes continua después de nosotros.

Por otro lado, a continuación haré una breve descripción de los niños que he podido conocer bien desde que empezamos la implementación de las planeaciones de nuestros clubes el 2 de septiembre hasta hoy día 18 de octubre. En mi caso particular he podido conocer progresivamente a los niños más que todo a partir del club que usualmente lidero que es el de ética y cuentos (quizás porque ahí es donde tengo más interacción con la mayoría de niños o quizás porque una de las finalidades principales de dicho club es el dialogo). Aunque también los he llegado a conocer cuando en los descansos me pongo a charlar con algunos de ellos.

Empezaré con Nicol diciendo que es una niña muy atenta y participativa, a pesar de que por su timidez hable pasito y sus compañeros no la puedan escuchar bien. Ella por lo general suele poder identificar los momentos importantes de los cuentos con su respectiva moraleja; al igual que ella, Luz también es muy atenta y participativa, aunque ella sí no tiene problema en hablar y darse a entender a todos; lamentablemente ella no ha podido venir mucho últimamente (además de porque ha estado enferma y en cuestiones de primera comunión, sospecho que tal vez también porque es la mayor del grupo y puede que a veces le de pereza por ello. Aunque me parece improbable ya que ella se lleva bien y socializa y juega bastante tanto con Shadday como con Talía).

Jean Paul aunque a veces no es juicioso ni pone fácilmente atención, siempre quiere participar. Esa falta de temor a equivocarse cuando participa, ha hecho que se puedan emprender diálogos con él tanto interesantes como divertidos.

Talía y Shadday son juiciosas y participativas, aunque les cuesta prestar atención y más aún si están juntas. Con ellas se ha podido generar un espacio de reflexión muy particular. En el caso de Shadday cuando ella proyectaba la complejidad de su propia vida social en el colegio, a partir de un cuento inventado por ella que pretendía dar una moraleja sobre el bullying y el perdón. Talía por otro lado, ha sido muy abierta para compartirnos a los profesores momentos de su vida social dentro y fuera del colegio; lo cual nos a dado la oportunidad de reflexionar junto con ella cuestiones como la manera asertiva de afrontar el conflicto y el acoso escolar yendo más allá de la violencia a la cual ella tiende.

Ángel es un chico juicioso y participativo, a pesar de que sea muy inquieto y tienda a la recocha y la distracción cuando se junta con Jean Paul. Él en una actividad del club de matemáticas, nos hizo dar a entender que le parecía digno de admirar el robar sin que se dieran cuenta (pues al jugar a la tiendita, nos compartió con orgullo que había robado algo de la tienda de su colegio “sin que lo hubieran pillado”).

A Breiner, Gerard, Samara y Santiago no he tenido la oportunidad de conocerlos bien, unos porque han venido pocas veces los días de los clubes y otros porque son muy tímidos o poco participativos; sin embargo podría seguir describiendo detalladamente las interacciones que he tenido con los otros niños que previamente describí pero por cuestiones de extensión de la crónica me centraré a continuación en describir solo a Ángel y Talía pues han sido ellos con quienes he podido tener evidentes diálogos propios de una comunidad de investigación ética.

El 2 de septiembre después de que leyéramos un cuento de ética para pensar el bullying , Ángel dijo que él en su salón de clases sabía que al molestar a sus compañeros no los ofendería pues allí todos lo molestaban como quisieran y nadie se quejaba de ello; y yo, aunque reconociendo que quizás tenía razón, le pregunté si aun así podría haber la posibilidad de que la mayoría de sus compañeros no se dieran cuenta de que estaban haciendo algo malo (y que por ello solían molestar a los demás constantemente de manera natural) y que incluso puede ser el caso que los niños que se sentían mal al ser tratados de esta manera quizás son muy tímidos para cuestionar y confrontar a la mayoría de sus compañeros que los molestan. Ante esto Ángel me miró asombrado y con una sonrisa nerviosa como de no saber qué mas decir. Luego no siguió interviniendo en la conversación, quizás debí ser más caritativo con él y ahondar más en su postura para darle más el beneficio de la duda, pero como el dialogo era comunitario con los demás niños para evitar que se me distrajeran opté por pasar a hablar de otro tema con los chicos que no habían participado en el dialogo sobre la anterior cuestión. Tras esto, pasamos a conversar si debíamos informar a los profesor o adultos en el caso de un niño que sepa y no le importe que los chistes y apodos que dice estén haciendo daño a los demás y ante esto Talía me dijo que no en ese caso no lo delataría (al bully) con los papás de él, porque no quiere que ellos le peguen a este; para continuar el dialogo, la cuestioné acerca de cuál era la alternativa mas deseable a esta, a lo cual me respondió que pelear a escondidas de niño a niño (y esta alternativa parecía gustarle más, sobre todo porque previamente me había manifestado que le gustaba a veces pelearse a puños sin ningún motivo con otras niñas). Sin embargo, intenté cuestionarle su argumento indicando que, si bien no era lo ideal, quizás era preferible que los papás reprendieran a sus hijos en vez de que estos tuvieran que andar en peleas violentas con sus compañeros porque ningún adulto responsable los corrigió.

En las semanas posteriores solo he podido implementar tres talleres más para este club de ética y cuentos (el 9 y 23 de septiembre y el 2 de octubre), y aun así lamentablemente en ninguno he podido volver a tener un dialogo tan personal y profundo como este que tuve con Ángel y Talía, quizás porque ha sido difícil generar reflexión y dialogo a partir de la mera motivación intrínseca de nuestros espacios de educación no-formal donde los niños se distraen al estar más en búsqueda de juego y afecto que de conocimiento y habilidades. Lo que me reconforta es tener la esperanza de que el club de ética y cuentos, a pesar de que no siempre logre la investigación filosófica que busca, por lo menos al final haya posibilitado empezar un proceso en el que los niños gradualmente refuercen: su imaginación empática, sus sentimientos morales y su interés previamente adquirido por los cuentos.

Alejandro Gómez Moreno