El pasillo con su silencio opacaba todo el ruido que se encontraba uno al salir del edificio, pero es justo cuando cruzo el umbral del salón que comienza a sonar el clásico sonido de los segunderos de un reloj, un intenso tic, tic, tic…, una manera de proyectar la duda y nervios que se tiene en el momento, en el lugar, en la situación actual. Claro, que el haber escuchado sobre algunas cosas que habían realizado algunas compañeras el semestre pasado pudo haber generado algunas ideas, algunas preguntas y bastantes cosas en que pensar sobre cuál sería el sitio de practica que nos asignarían, ¿En qué parte de Bogotá quedaría?, ¿Con que otras personas trabajaríamos?, ¿Cómo sería esto y como seria aquello?, lo que no hacía más que resaltar el incesante sonido del tic... tic... tic. Pero, de todas las dudas que pudieron haber surgido – y que posiblemente no recuerde ni la mitad de las mismas – llegue al tema de la importancia en la flexibilidad en lo que se proponga – pero no en exceso – y...
Ojala podamos llevar a los niños a ese museo, sobre todo porque eso talleres de cómic y de animales pueden gustarles a ellos un montón. De acuerdo en que lo más lindo hasta ahora es el agradecimiento y recibimiento de los niños (es bastante perceptible y conmovedor).
ResponderEliminarQué lindo, ojala puedan¡
EliminarEsa pregunta por los niños y niñas también viene rondándome, sumando a sí este es un lugar pertinente para continuar la práctica los próximos semestres.
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