Cada vez que se
da inicio a algo siempre hay un murmullo ensordecedor con comentarios,
opiniones y vivencias externas sobre lo que le pude esperar a uno en algún
lugar.
Y, en el caso de
la introducción de Ciudad Bolívar no fue la excepción.
No habían pasado
ni dos minutos cuando los comentarios no se hicieron esperar, las críticas,
preocupación e incluso negativas sobre el contexto llegaron una tras otra sin
dar espacio para poder respirar.
Llega a ser abrumador, escuchar tantas opiniones negativas sobre un mismo sitio, y lo más curioso de esas mismas es que vienen por parte de personas que jamás han estado allí. Lo entiendo, hay noticias y muchos encabezados de las nuevas que se centran en esa localidad en particular, pero el foco está en lo malo, no en quienes hacen cosas buenas en esos espacios, no en quienes ayudan a quienes no conocen a sentirse seguros allí, no a quienes lo hacen a uno sentir cómodo en dónde está así sean desconocidos.
Desde cuando llevamos escuchando cosas malas de este sitio, cosas acerca de la ayuda y cambio que necesita el lugar, pero cuantos años pasan y seguimos escuchando las mismas negativas respecto a ciudad bolívar y aún no ha cambiado nada.
Es un poco duro conocer
todas las perspectivas y enfrentarse a la realidad de la localidad, pero más
que decir si algo es verdad o es falso me enfocaría en decir que lo que le hace
falta a ese sitio es visibilización, ayuda, compromiso por parte de
quienes van a allá de creer que si se puede realizar un cambio, que si se puede
mejorar.
Así que con mi
pelea interior sobre todo lo escuchado y que faltaba por escuchar, tratando de
convencerme que las cosas no siempre son lo peor, agarro el primer transporte
para llegar al lugar citado, la Vicaría de Ciudad Bolívar.
Durante todo el
trayecto note dos cosas, la primera lo grande que es Bogotá y la segunda que
cuando uno crea que ya termino de conocer algo siempre llegará algo más, y ese
algo más en esta ocasión es el TransMiCable.
Es subida, fue bastante espectacular. Fue la primera vez que tuve el acercamiento a ese tipo de transporte y, como siempre el trayecto es de alrededor 20 minutos, puedes apreciar una panorámica que te deja sin palabras.
Cuando ya pudimos llegar a conocer el espacio que nos iba a prestar la parroquia San Marcos para realizar las diferentes intervenciones el mayor impacto fueron los alrededores de la zona, porque por esos espacios se localizan – por lo menos – tres distribuidores de microtráfico, y una al ver eso enseguida piensa en los niños, en ¿Cómo se desenvuelven ellos allí?, ¿Cómo harían para llegar?, ¿Qué podríamos proponer para que eso no terminara en un problema para nadie?, entre otras preguntas.
Además, estaba el reto de la convocatoria, no solo de cómo realizarla sino cómo mostrarle a las personas que se encuentran en el barrio que lo que proponemos era enserio, no de que decíamos que íbamos y no iba nadie (como nos comentaba uno de los padres de familia acerca de quienes habían dicho que irían allí), cómo hacer que lo que lleváramos al territorio fuese cercano y útil para ellos, para su cotidiano, pero más allá, cómo pensar las experiencias de una manera que ellos mismos la sintieran importantes y quedaran con ganas de venir otros días.
Así que llegamos
al primer sábado de actividades en acción, sábado 19 de Agosto.
No voy a mentir,
iba un poco desanimada porque se nos había informado que solamente tendríamos a
dos pequeños, pero aun así trate lo mejor de ir con toda y hacer el máximo
esfuerzo para que decidieran seguir viniendo a pasar un poco de sus mañanas los
sábados con nosotros.
Y, contra todo pronóstico, ese día conocimos a los seis – fabulosos – primeros niños que se tomaron la libertad de embarcarse con nosotros en las diferentes vivencias que podremos tener de aquí hasta que llegue noviembre.
Nicole, Jean Paul, Talía, Luz, Juan Pablo, Shadday Sofía, Melanie, Breiner y Ángel, son los niños, niñas y adolescentes que nos han acompañado en este recorrido por el momento y nos han permitido conocerlos poquito a poquito a través de los diferentes momentos de conexión que hemos tenido, me quedaría hablando de ellos y encantada les presentaría a cada uno, pero cada uno de ellos merece su propio espacio en el blog, así que…
De acuerdo con el terror que los medios promueven de ciudad bolívar, ha sido muy interesante comparar lo que dicen estos medios con lo que dicen las personas mismas que viven en esta localidad. Si bien hay zonas densas por pandillas, nuestro Barrio no es el caso; y a pesar del micro trafico, estoy de acuerdo con lo que nos decía el padre Paulo y el tendero don Orlando de que la gente poco a poco ya nos conoce (y que por ende es cada vez mas improbable que nos hagan algo malo).
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ResponderEliminarDarse la oportunidad de traspasar los propios miedos y prejuicios para conocer un territorio y su gente, mirándolos a los ojos, escuchándolos, permite salirnos de las generalizaciones para poder empatizar y reconocer las posibilidades en medio de las dificultades y carencias.