Cada vez que se da inicio a algo siempre hay un murmullo ensordecedor con comentarios, opiniones y vivencias externas sobre lo que le pude esperar a uno en algún lugar. Y, en el caso de la introducción de Ciudad Bolívar no fue la excepción. No habían pasado ni dos minutos cuando los comentarios no se hicieron esperar, las críticas, preocupación e incluso negativas sobre el contexto llegaron una tras otra sin dar espacio para poder respirar. Llega a ser abrumador, escuchar tantas opiniones negativas sobre un mismo sitio, y lo más curioso de esas mismas es que vienen por parte de personas que jamás han estado allí. Lo entiendo, hay noticias y muchos encabezados de las nuevas que se centran en esa localidad en particular, pero el foco está en lo malo, no en quienes hacen cosas buenas en esos espacios, no en quienes ayudan a quienes no conocen a sentirse seguros allí, no a quienes lo hacen a uno sentir cómodo en dónde está así sean desconocidos. Desde cuando llevamos escuchando cosas malas...